Presentación
La verdad, que Sócrates asume, no solo es esa que nuestro mundo se niega a integrar en la estructura de las relaciones humanas, sino que sobre todo se trata de hacer de esta verdad la base y el punto de partida de otro humanismo, un humanismo que no se organizaría a partir de la separación, la exclusión, la escisión, sino de la aceptación de la totalidad del ser humano, cuya sustancia, su carne misma, fue maltratada, proscrita, condenada, en nombre de otro mundo, de un Bien supremo que pertenece a otro mundo, mientras que Sócrates, y con él Licaón, solo quieren este mundo, esta carne, mortal pero también la única que hace que el ser humano sea lo que es.
(Dimitris Dimitriadis)
Para el escritor griego Dimitris Dimitriadis, una de las formas de realizarse habrá sido escribir una apología del deseo (Licaón o la Apología del deseo, un texto todavía inédito) y leerlo y «performarlo» con su propio cuerpo, en el marco de la Bienal de Atenas.
Él, el escritor marginado durante tanto tiempo en su propio país, a causa de sus deseos homosexuales y de sus posiciones políticas que se transparentan en su poesía, se ha acercado lo bastante a sí mismo para hablar del deseo.
¿Literatura? Sin duda —pero la literatura siempre se hace con la vida, dice Barthes. No con la vida pasada, que se halla sumergida en la niebla, en una débil intensidad, no, sino con la vida presente.
La realización de uno mismo es la vida en presente, esa en la que se dice por fin, tal vez, lo que se ha callado hasta entonces, durante toda la vida anterior, sabiendo que esto de «decir» se puede hacer de distintas formas. Para Barthes, para Dimitriadis, pasa por la escritura; para otros, por otros tipos de creación; para todos, por algo nuevo, que emana de una búsqueda. El camino de la Vita Nova.
(Barbara Polla, Tout à fait homme)