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Pep Barbany, «El cant de la Gorgona»

(Notodo)

Hay obras que, a pesar de su innegable magnetismo y las magníficas interpretaciones, no podrías recomendar a alguien que no esté en su mejor momento anímico. El cant de la Gorgona, de Albert Arribas, es una de estas. Y es que su tono, decadente y deprimente, y los personajes que por ella transitan, no invitan precisamente al optimismo.

La pieza, que puede verse en la pequeña sala Leopoldo Fregoli de La Seca-Espai Brossa (una especie de habitación en la que, por ejemplo, ya pudimos ver la maravillosa y exitosa Sé de un lugar), nos cuenta la historia de Marc y Nil, dos inadaptados que desde hace siete años comparten celda en una especie de hostal ruinoso que parece funcionar como un manicomio. Mientras el primero es un músico que llegó a la cima de su carrera y de ahí se estrelló contra el vacío más absoluto, el segundo llegó a los 18 años huyendo de un misterioso pasado. Ambos comparten las casi nulas ganas de vivir hasta que les toca compartir este asfixiante espacio con Gertrudis, una vital y seductora chica que las abrirá durante un tiempo nuevas perspectivas. Hasta que la tragedia sacuda de nuevo sus vidas y les hunda de nuevo en un inquietante silencio.

Como espectadores seremos testimonios de una especie de resurrección del diálogo de estos dos personajes, de retorno desde el silencio. El ruido de una especie de carnaval les hace entrar en una especie de crisis y por primera vez empiezan a hablar de la tragedia que les ha perturbado y del pasado que les ha llevado hasta estas cuatro paredes.

Son muchos los aciertos de El cant de la Gorgona. Albert Arribas, que también dirige la función con la ayuda deAlberto Díaz (de la compañía La Ruta 40), consigue que nos sumerjamos en este pequeño universo, asfixiante y misterioso. La escenografía, muy realista, sorprende por el hecho que parece partida de cuajo con un cuchillo. Los ruidos y efectos sonoros creados por Lucas Ariel Vallejo crean un ambiente sutil, que nos hace dudar de si son reales o ficticios. En todo este escenario deambulan los patéticos y maravillosos personajes creados por AlbertPrat y Sergi Torrecilla, totalmente implicados y muy creíbles en su constante depresión. En contraste, las apariciones de La Colombiana (Sàskia Giró) dan el necesario contrapunto de humor, una vía de escape que evita que nos ahoguemos en este ambiente decadente.

El cant de la Gorgona no es una obra fácil, ni recomendable para todos los públicos. Pero si os gusta la creación de atmósferas inquietantes, y las historias que se van construyendo poco a poco con personajes misteriosos, os gustará esta propuesta. Una función que va a contracorriente.

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