Judit Rodríguez «El canto de la Gorgona»
(Culturamas)
En la Sala Leopoldo Fregoli de La Seca podemos ver El cant de la Gorgona, de la compañía ruta 40; propuesta que se nos plantea como alternativa a los habituales montajes de las salas de la ciudad condal. La compañía se caracteriza por apostar por un teatro de pequeño formato y artesano. Ruta 40 decidió encargar el texto a Albert Arribas, considerado uno de los nuevos valores de la dramaturgia catalana, para con ello conseguir una nueva y diferente aproximación al tema de la voluntad de no existir. Autor y compañía moldearon conjuntamente la idea para que adquiriese los matices deseados y de esta forma transmitir al público un sufrimiento que solo es posible entender si se vive en primera persona.
Durante el transcurso de la obra y en un decorado hiperrealista se van construyendo historias, se recrean momentos y con ellos se manifiestan turbadoras atmósferas. Los efectos sonoros creados por Lucas Ariel Vallejos aportan su particular granito de arena a la creación de un ambiente estremecedor y sutil que casa a la perfección con el tono poco optimista y decadente de la trama.
El montaje termina por sacarte de tu zona de confort y paulatinamente te transmite una intranquilidad que se apodera de ti sin que puedas hacer nada al respecto. No es una obra cómoda ni de las que te deja una sonrisa en la boca, pero consigue por el contrario hacer que algo se mueva dentro de cada uno y hacernos sentir un amalgama de angustia e incomodidad.
La pieza nos cuenta la historia de Marc y Nil dos individuos de talante depresivo, que comparten habitación desde hace años en un viejo manicomio. Marc (Albert Prat), músico de éxito, estando en la cima de su carrera decidió retirarse y dejar de componer para desaparecer sigilosamente y desvanecerse en el vacío más absoluto. Mientras Nil (Sergi Torrecilla) parece esconder algún sórdido secreto, misterio que le llevó a recluirse voluntariamente en el centro mental de Badalona al cumplir los dieciocho años. En estos siete años han compartido infinitos silencios y una común aversión por la vida. La aparición de Gertrudis, con la que compartieron habitación durante una breve temporada, fue un punto de inflexión en su camino y les hizo conectar de nuevo con la chispa de la vida. El suicidio de Gertrudis volvió a hundirles en el más absoluto de los silencios y sin duda dio pie a la redefinición de su forma de relacionarse por ser esta del todo insostenible.
La obra parte del punto en el que tienen que decidir si continuar con su sórdida relación o seguir sus caminos por separado. Marc desea que Nil se lance a vivir la vida, esa vida que el ya ha vivido y ahora desprecia. Vida que aventuramos intensa por los resquicios que aún revela su fascinante y contradictoria personalidad. Las convincentes y emotivas interpretaciones de los dos protagonistas consiguen transmitir emoción y verosimilitud en la representación de los misteriosos personajes de ánimo y apariencia depresiva.
La aparición del personaje interpretado por Sàskia Giró en contraposición al personaje del músico hace que nos replanteemos si los problemas existenciales tienen cabida en vidas menos desahogadas y con más complicaciones como la de ella, una limpiadora de vida humilde; o si por el contrario son fruto de un estilo de vida marcado por los excesos que deriva en despreciar la vida después de haberlo tenido todo. El personaje interpretado por Sàskia Giró hace más llevadero nuestro paso por el angustioso universo en el que cohabitan Marc y Nil, aportando un toque de distendimiento y energía renovada.