María Jesús Ragué Arias, «La tragedia teatral del ‘otro Tarantino’»
(El Mundo)
Extraño y apasionante juego teatral el que se produce en el Teatre Akadèmia, cuando entramos en una sala oscura con una especie de monumento religioso en un ángulo y con Oriol Genís sentado ante nosotros. No conocía hasta ahora el teatre de Antonio Tarantino, autor de Torino, que tras abandonar la pintura se dedicó a un teatro personalísimo que ha estado aplaudido y ha sido elogiado en teatros internacionales.
En Vespro della Beata Vergine, telón de fondo de lo que podríamos llamar tragedia, un padre —genial aquí Oriol Genís—, personaje denigrado en su vida, mientras espera en un tanatorio que le entreguen el cuerpo de su hijo, homosexual sujeto a todas las perversiones que ha muerto por suicidio tirándose al río, reflexiona, grita y llora, sobre la relación que él tuvo con su hijo, con su pasado y su presente, sobre sus carencias y sus excesos... Es un intento de entender, aceptar y reencontrar al hijo, de recordar su relación, incluso algunas conversaciones telefónicas. Es una situación imposible y onírica, dura, invisible, trascendente.
Es un viaje en el que se respira amor y humanidad, horror y desesperación. Y un bello final onírico en el que padre e hijo se reencuentran en un espacio inexistente que los deja por unos momentos sentirse como padre e hijo. Es un texto crudo y denso en un espectáculo dirigido por Jordi Prat i Coll que ha sido capaz de penetrar en el público y con un actor como Oriol Genís que es capaz de sobrecogernos.
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