«Te lo confieso: la mayor parte de lo que llaman las conquistas del progreso, no me seducen ni me gustan. La mayoría de los inventos se aplican a máquinas de matar. La maquinaria moderna ha sembrado el descontento en todos los obreros de la tierra.

 

Este progreso tan numérico ha servido para elevar a las medianías. Ha servido para disfrazarse de genios los hombres que saben aprender libros y recitarlos a los tontos como su fueran algo propio. Ellos nos han quitado la mayor parte de las creencias, y no se lo agradecemos para nada.

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Al contrario, renegamos de su memoria y creemos que, si no vienen otras ideas modernas que procuren el bienestar del espíritu como hasta ahora se han cuidado de los egoísmos del cuerpo, valía más no llenarlos de una cultura que mata las ilusiones sin hacer nacer esperanzas.»